La vivienda protegida pide auxilio

La construcción de esta tipología está en mínimos porque su precio es hasta un 15% más alto que el de las casas libres y está sujeta a una normativa poco flexible que no responde al nuevo mercado

25/10/2017

La vivienda protegida en venta vive sus horas más bajas. Atrás quedaron los años de vino y rosas en los que esta tipología era amada por compradores y promotores y sostuvo a gran parte el sector. Millones de jóvenes pudieron independizarse gracias a la compra de un piso asequible. «Entre 1940 y 2011, el 50% de las familias accedieron a su primera vivienda a través de una vivienda protegida», recuerda Jaime Oñate, secretario de la Confederación de Cooperativas Viviendas de España (Concovi).

Pero su construcción ha caído en picado, sobre todo desde que el Gobierno eliminó en 2012 las subvenciones a los compradores. Quien hoy quiera comprar una vivienda protegida va a tener poco donde elegir. «En 2006 se iniciaron casi 100.000 y una década después, en 2016, en torno a unas 6.000 y con tendencia a ir disminuyendo», aclara Carolina Roca, vocal de la Asociación de Promotores Constructores de España (APCE). En concreto, el pasado año apenas se contabilizaron 7.118 viviendas protegidas en España y hasta junio de este año 1.900 unidades, según el Ministerio de Fomento.

Pero hay un pequeño oasis en medio del desierto. En la Comunidad de Madrid se iniciaron 2.695 casas en 2016. «Somos líderes en vivienda protegida. Desde 2011 hasta el primer trimestre de 2017, el 28% de la vivienda protegida que se inició en España se hizo en Madrid, así como el 31% de la que se finalizó. Aunque los datos siguen muy lejos de las 15.000 anuales del boom», dicen fuentes de la Consejería de Transportes, Vivienda e Infraestructuras.

Esto es así porque las ventajas se han esfumado. «La protegida está llamada a desaparecer, salvo que las políticas de vivienda no se adapten a la realidad actual; consideramos crucial flexibilizar la normativa para conseguir vivienda asequible para las rentas medias del país», reflexiona Roca.

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