ADELINA URIARTE, Presidente de la Plataforma de Edificación Passivhaus (PEP)
09/04/2018
Vivir mejor consumiendo menos energía es posible. El deterioro del medio ambiente y la situación de pobreza energética en la que se encuentran miles de familias en España pese a ser los más críticos, son sólo parte de los múltiples problemas que acarrea el despilfarro de energía.
Teniendo en cuenta que los edificios son responsables de alrededor del 40% del total de la energía que consumimos y, por lo tanto, de la contaminación que este consumo genera, la edificación en torno a consumo casi nulo es algo muy a tener en cuenta. En este marco, la Unión Europea ya había hecho sus deberes con la Directiva Comunitaria 2010/31 sobre eficiencia energética, que indica a los Estados miembro que, a partir de 31 de diciembre de 2018, todos los edificios públicos han de ser de consumo casi nulo y todos los edificios, sin excepción, lo han de ser a partir del 31 de diciembre de 2020.
En España aún no se ha hecho la transposición de la Directiva. Y, no se sabe si por un sincero interés por la eficiencia energética o por el factor de no tener que hacer frente a las posible sanciones derivadas del incumplimiento de la Directiva Comunitaria. Es a apenas un año de que expiren los plazos concernientes a la indicación sobre los edificios públicos cuando la administración empieza a reaccionar.
Y lo hace el pasado mes de junio con una definición de Edificio de Consumo Casi Nulo (ECCN) como aquel que «satisfaga los requisitos mínimos que en cada momento se determinen en el Código Técnico de la Edificación». El resultado es ambiguo, inexacto y claramente insuficiente.
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