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El certificado energético de las viviendas deja poca huella
Cinco años después de su puesta en marcha, compradores y vendedores siguen sin valorar la etiqueta verde, a pesar de su obligatoriedad y de revelar una mejora en la calidad energética de las casas
22/06/2018
Quien haya vendido o alquilado una vivienda en los últimos cinco años ya debería conocer el certificado energético. O, al menos, saber que entre los documentos por los que ha pagado hay una etiqueta que identifica el piso con un letra, de la A a la G, y que muestra cuánta energía consume, cuánta derrocha o su nivel de emisiones a la atmósfera. Desde junio de 2013, cuando se hizo obligatoria, hasta diciembre de 2017 el número de certificados emitidos ha superado los tres millones, según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (Idae). Tan solo el 1,3% han sido para viviendas de nueva construcción (40.690), debido al parón en las obras tras el pinchazo de la burbuja.
La evolución de estos certificados que miden la eficiencia energética, obligatorios para el propietario o promotor que quiera vender o alquilar una casa y que aparecen o deberían aparecer en la descripción de los anuncios de agencias y portales inmobiliarios, revela una mejora en la calidad del parque de viviendas español. Es muy evidente en el caso de la obra nueva: quien haya comprado una casa recientemente ya puede notar cambios (menos ruidos y consumo energético más bajo…). El Idae confirma que su calidad energética ha aumentado de forma notable. De hecho, las categorías A, B y C suman ya el 54% del total. «Los primeros años predominaban la calificación D y E, como en los edificios existentes, pero a partir de 2015 empezaron a aumentar las viviendas con A, B y C y a disminuir las menos eficientes», señalan en Certicalia, plataforma online que ha gestionado más de 55.000 solicitudes en España. Esto es así porque a partir de septiembre de 2013 aumentaron las exigencias en ahorro de energía del Código Técnico de la Edificación —norma que rige cómo se construye—.
El paisaje se vuelve menos verde cuando se habla del parque de casas existente, donde la eficiencia energética sigue dejando que desear. El 51% de las viviendas vendidas o alquiladas en los últimos cinco años tiene una calificación E, la tercera más baja de la tabla. La buena noticia es que se observa una tendencia a ganar puestos. «La calificación E siempre ha sido la predominante y desde los primeros años ya eran más del 42% de los inmuebles. Desde 2014 ha pasado del 45% al 51%, porque los edificios con peor certificación han disminuido», explican desde Certicalia. Así, han subido las letras D y E (2,5% y 6%, respectivamente), y la C (0,7%), a la vez que se han reducido las calificaciones F (1,2%) y G (8%), indican en el Idae. Esto pone de relieve que los propietarios están haciendo obras de rehabilitación energética en sus viviendas con las que mejoran una o dos letras, un punto obligatorio si quieren recibir alguna subvención pública. «Las medidas más habituales son el cambio de ventanas o mejora del sellado, de la instalación de agua caliente sanitaria, adición de aislamiento por el interior…», relatan en Certicalia.
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SENTENCIA JUZGADO QUE CONDENA A UNA COLEGIADA (RC) POR UN ERROR EN LA REALIZACIÓN DE UNA CERTIFICACIÓN ENERGÉTICA
Noticia publicada por la web del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Ciudad Real.
«El Consejo General nos ha hecho llegar la adjunta sentencia del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 6 de Torrelavega, de fecha 2 de junio de 2017 (P.O. 132/2016). Los hechos enjuiciados los refiere la propia sentencia indicando que una Comunidad de Propietarios acometió la obra de reparación de cubierta y fachada del edificio comunal, y en su ejecución se decidió recabar una subvención del IDEA por mejora de la eficiencia energética de la envolvente térmica (un 30% del importe de las obras sobre la cubierta, lo que suponía una subvención de 24.025 Euros).
La Comunidad de Propietarios contrató entonces los servicios de una Arquitecto Técnico, quien emitió la oportuna Certificación de Eficiencia Energética (CEE), aconsejando, entre otras medidas, la adición de un aislamiento térmico en cubierta XPS 4 cm. Concluidas las obras bajo la dirección de la misma profesional, el IDEA le comunica que ha cometido un error de transcripción numérica en el CEE por ella elaborado, lo que determinó que el aislamiento de 4 cm no mejorase la calificación energética ni tampoco el proyecto contuviese las exigencias mínimas de eficiencia energética que debía cumplir la envolvente térmica.
Así las cosas, el IDEA denegó la ayuda a la Comunidad, que demandó a la Arquitecto Técnico, estimado la sentencia que nos ocupa “La responsabilidad de la arquitecto técnico del error cometido en la confección del informe y que dicho error no era subsanable”, procediendo a condenar a la referida profesional y a MUSAAT a que conjunta y solidariamente indemnicen a la Comunidad de Propietarios en el importe de la subvención denegada, más las costas.
Queremos aprovechar desde nuestro Colegio la oportunidad para nuevamente recordar la importación de registrar-comunicar todo tipo de intervención a la Mutua o compañía aseguradora, ya que cualquier intervención puede ser susceptible de reclamación, y de no estar comunicada esta no será objeto de aseguramiento por parte de la Mutua o de la compañía aseguradora.»